LOS ALEGRES CONDENADOS

He llegado a la casa de los arrepentidos.
La puerta es humilde como el pecho que cruza
el umbral de las consecuencias.

No es fácil llegar hasta aquí sin perderse en los hechos.
No estoy sólo. Al fondo de la sala hay un niño
que llora a su madre lágrimas de actor.

Los hombres se agolpan donde la penitencia
es amplitud de silencio.

En la conquista del poema está el perdón.

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