EL LADO BUENO



Allí la lluvia permanece.
El barro que se fue,
la rayuela donde hundimos las manos verdaderas.
Aún se ve la columna de humo por los poros del aire,
las moscas del verano en la camilla.
Todo era sencillo en el júbilo de una luz irrepetible.
A veces, el olor de la alacena,
se propaga por la casa que no existe.
No te culpes. Ha sido el tiempo.
Crecieron las ciudades de hoy.


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