PEQUEÑA FARSA VIOLENTA

No existe el daño
sin la mano que lo empuña.
En la calle un asedio
de espejos uniformados;
una sensación de bienestar
incomprensible.
Todo es excesivo en el cansancio
giratorio de los laberintos.
Cierro la boca ante esta tristeza destilada,
que dicen exquisita.

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