FRAGMENTOS

Un mar sin nadie.
Un iris errante que se apaga por la bruma que fue.
En el pecho una hendidura y un reloj disecado.
Vuelan los insectos sobre la sonrisa del arcoíris
con la fascinación de vivir sin memoria.
Se instala en los labios una pena vagabunda
al nombrar lo que ya no existe.

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