HORARIO DE OFICINA


Cantan los poetas respalndores,
mientras las sombras
vomitan soledades de caverna.

Cuerpos invisibles,
transeúntes incómodos,
que dejan tras de sí, el dulce olor del abandono.

Que paradoja:
por las noches sueñan en los cajeros
hasta que luz dibuja el horario de oficina.


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