OBEDIENCIA CIEGA

Cada tarde el sol poco antes de morir,
se posa en tu ventana y se despide.
Llega la noche de luz artificial
a llenar el vacío triste del desamparo.
Tiempo sin dueño que se escapa,
instantes perdidos y zapatos gastados
por donde asoma la dañada autoestima.

Nunca los molinos fueron tan gigantes
ni los impostores causaron tanto dolor.
Hoy no tengo miedo al sobresalto:
Este es nuestro lugar en el mundo y nos pertenece.
Sin escafandra, vuelvo a respirar humanidad
sin temor a la asfixia que produce la obediencia ciega.

                              Imagen Guilherme Krame – Desobediencia Civil

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